La trinchera infinita: historia de los hombres «topo»

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La trinchera infinita: historia de los hombres «topo»

Tal vez recordéis “Buried”, esa película del cineasta español Rodrigo Cortés estrenada hace ya algunos años, o la que quizás sea su fuente de inspiración, “El entierro prematuro”, relato de terror obra del genial Edgar Allan Poe. En ambos casos, su protagonista permanecía enterrado vivo durante el transcurso de toda la historia, creando en el espectador o el lector, según fuera el caso, una logradísima y constante sensación de tensión y angustia claustrofóbicas.  Algo similar es lo que produce el visionado de “La trinchera infinita”, film de los directores Arregi, Garaño y Goenaga, recientemente estrenado en plataforma digital, un formato de fórmula televisiva que parece haber llegado para quedarse.

Los “topos” de la Guerra Civil española

Cuando la Guerra Civil concluyó en el año 39, los vencedores decidieron llevar a cabo una labor de escarmiento en contra de aquellos a los que consideraban enemigos de la Patria española, y que no eran más que todos esos “otros” españoles que durante los tres años que duró el conflicto, plantaron cara al levantamiento militar que finalmente logró derrocar al legítimo gobierno republicano que en aquel momento dirigía el país. Para ello, se encargaron de configurar un complejo sistema penitenciario que se extendía por todo el territorio peninsular. Decenas de miles de hombres y mujeres fueron represaliados en cárceles de diferente índole y sometidos a crueles condiciones de hacinamiento e insalubridad. Esas condiciones de vida y maltrato fueron especialmente duras en los primeros años de la posguerra. Pero también existió un tipo de reclusión “no institucionalizada” que fue la que sufrieron los denominados “topos”.

La trinchera infinita

“La Trinchera infinita” es la historia de uno de esos topos, Higinio, un prófugo de la justicia franquista que sobrevive oculto durante décadas en un pequeño habitáculo, poco más que un zulo, que ha construido tras uno de los muros de la vivienda que comparte con su esposa Rosa y, más adelante, el hijo de ambos. Ahí resistirá durante treinta años, es decir, hasta la Amnistía proclamada por el gobierno de Franco en el año 1969.

El libro “Los Topos” de Jesús Torbado y Manu Leguineche

Como demuestra a través de decenas de testimonios el libro “Los Topos” del escritor Jesús Torbado y del reputado periodista Manu Leguineche, se trató de individuos a los que no les quedó otra opción que confrontar un confinamiento forzoso al no conseguir evadir el cerco impuesto por el régimen cuando la oportunidad se les presentó.

Su única posibilidad de sobrevivir era, pues, permanecer escondidos sin levantar sospechas durante todo el tiempo que les fuese posible, porque fuera les esperaban los fusilamientos y ejecuciones sumarias que el gobierno franquista aplicaba como medida expeditiva y coercitiva contra cualquiera sobre el que se cerniese la sospecha de pertenecer, colaborar o simplemente simpatizar con el bando perdedor.

Una guerra que no acaba

Para ponernos en la piel de esta experiencia, los directores de “La trinchera infinita” convierten al espectador en una suerte de compañero invisible de Higinio. Su mirada es nuestra mirada y como él, no podemos atisbar más allá de las cuatro paredes que conforman su reducido universo. Vivimos en su desazón y somos testigos de su paulatina y profunda transformación, que sucede paralela a la de una España que sigue adelante, y a la que Higinio, a pesar de sus pesares, anhela desde la soledad de su aislamiento.

Gran parte del mérito de la credibilidad que aporta la cinta no sólo se debe a una cuidada y elaborada recreación histórica en los escenarios, modos y hábitos de la Andalucía del momento. También merecen destacarse las magistrales interpretaciones de Antonio de la Torre y Belén Cuesta, encarnando ésta última a la abnegada esposa que habrá de acompañarlo en su interminable padecimiento.

Lo más terrible de todo esto que se cuenta es que, para muchos de nosotros, esa guerra que tantos muertos dejó arrumbados y olvidados en las polvorientas cunetas de nuestro país, está presente en una democracia que parece reticente a asumir que, aunque nuestro cuerpo camine a la luz del sol, nuestra mente, nuestro espíritu y nuestra memoria permanecen todavía recluidos en la oscuridad de una dictadura que mantiene muchas de sus cuentas pendientes.

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