¿A qué le temen los hombres heterosexuales?

hombre enfadado

¿A qué le temen los hombres heterosexuales?

Hay cierta edad (sí, edad) en la que el hombre hegemónico (blanco heterosexual), se ve tentado a entonar el ‘todo mal, antes, mejor’.

Escribo esto después de leer el último artículo del filósofo izquierdista de origen esloveno Slavoj Zizek (73 años) en el diario El País, titulado: La cancelación de la ética: por qué la exclusión del hombre blanco heterosexual es injustificable.

Frente al revuelo formado en la progresía al comprobar que “uno de los nuestros” es en realidad “uno de los otros”, tengo que manifestar mi cero sorpresa, pues hace tiempo que sospecho, y hasta ahora la realidad ha estado de mi lado, que en términos de igualdad (aceptar que las realidades son diversas y legislar en consecuencia), da lo mismo si eres intelectual de izquierdas, de derechas, o si no has leído un libro en tu vida. Las trincheras son otras, los bandos se dividen entre los que temen perder algo y a los que solo les queda ganar.

Zizek, como muchos otros. No quiere perder más en el camino y se revela ante ello.

Pérdida de autoridad, de relevancia, de ser guionista de los tiempos, protagonista de la narrativa imperante, incluso, la pérdida de potencia sexual (ya dije que la edad es un factor importante)

El urólogo y especialista en medicina sexual José Miguel Silva Herrera, en su artículo “Andropausia: Estado actual y conceptos básicos (2006)” dice: 

“A diferencia de lo que les sucede a las mujeres, quienes no dudan en consultar al especialista por la presencia de los cambios relacionados con la menopausia; una alta proporción de hombres no lo hacen o simplemente desconocen o niegan la presencia del síndrome. Igualmente, el hombre comienza a percibir que su cuerpo está cambiando, que baja la potencia de su eyaculación, y que, al igual que en la mujer, sufre de irritabilidad, nervios o ansiedad, de sequedad en la piel, sudoración nocturna o tristeza.”

Para todos los hombres que hemos crecido en los valores de masculinidad tradicional, estos atributos son realmente importantes. De ahí nuestro nerviosismo ante la amenaza de su pérdida.

Este nerviosismo manifestado en queja y cabreo constante podemos verlo, en su versión más primaria, con los repetidores de curso, que tienden al negacionismo, acentuando sus comportamientos ‘carcas’ como protesta. Al menos un grupo político -en su totalidad- se dedica a esto en el Congreso de los Diputados.

Mientras que los más leídos tienden al “perezrevertismo’, la profusa escritura de brillantes editoriales, afanados en buscar y crear (invent) argumentos para su causa; que si cultura de la cancelación, ideología woke, bla, bla, bla. El propio Zizek que motiva este artículo es un ejemplo claro.

Mi optimismo antropológico más ‘zapateriano’ me dice que la mayoría de hombres (blancos heterosexuales), de forma consciente o no, opta por lo más inteligente, la aceptación, es decir, la felicidad

La aceptación de los nuevos tiempos, la empatía por la mejora notable y objetiva de la realidad vital de sus hijas e hijos, de sus seres queridos y de ellos mismos. Pues esta nueva realidad solo es mejor que la anterior en medida que la amplía, visibilizando y tolerando a más individuos, más formas, más maneras… Y en consecuencia, liberándonos de pesadas cargas a todos.

Como prueba de que lo que digo es cierto, a medida que más señoros (hombres que se niegan al avance en igualdad si no procede de un acto de condescendencia de ellos hacia el mundo) entonan el -”todo mal, antes, mejor”-, el resto no paramos de repetir ufanos: todo mejor, antes, peor.

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