La libertad de expresión, amordazada

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La libertad de expresión, amordazada

En memoria de Antonio Fraguas, Forges. Exponente y defensor de la libertad de expresión.

Casi a diario, de un tiempo a esta parte desayunamos con noticias sobre condenas a gente tan violenta como raperos, titiriteros, tuiteros, a un chaval que hizo un montaje a partir de una representación de Jesús de Nazaret; se retira una obra de ARCO que denuncia la existencia de presos políticos en España, se “secuestra” un libro sobre el narcotráfico en Galicia… todo ello por orden judicial, claro está. En los últimos años se han registrado muchas más condenas por enaltecimiento del terrorismo que en los oscuros tiempos en los que ETA mataba. Algunas de estas condenas son a varios años de cárcel, iguales o superiores a delitos de mucha gravedad. Se equiparan los insultos de un rapero o los chistes sobre un ministro de Franco a delitos de violación o de robo con violencia.

Por qué estos ataques a la libertad de expresión

Recientemente, en Politocracia nos hacíamos eco de la pesadilla de Ramón Esono, dibujante guineano encarcelado por criticar los desmanes de la dictadura que gobierna su país. ¿Qué ha cambiado en España para que los ataques a la libertad de expresión sean tan frecuentes, hasta el punto de acercarnos peligrosamente a los registros de una tiranía como la de Guinea Ecuatorial? Las desgracias, salvo que sean accidentales o atmosféricas, no ocurren por casualidad, ni a causa de ningún fatalismo absurdo que lleva supuestamente a los españoles a enfrentarnos unos contra otros por los siglos de los siglos. La sociedad española no se ha vuelto de repente más intolerante, ni los jueces más retrógrados: lo que ha cambiado es la ley.

Ley Mordaza

La denominada Ley Mordaza, aprobada por el Partido Popular en 2015, es el instrumento que tienen a su disposición los jueces ultraconservadores (y antes no lo tenían) para cercenar la libertad de expresión y atemorizar a los disidentes. Obsérvese que la Ley Mordaza sólo se aplica en una dirección: no hay condenas a raperos de ultraderecha ni a tuiteros homófobos ni por enaltecimiento del fascismo. De nuevo, no es ninguna casualidad, no es que la ley contemple una cláusula para que su aplicación se ejerza únicamente sobre quienes protestan contra el gobierno o contra los valores tradicionales. Quienes tienen esa cláusula (mental) son los jueces que la aplican. Otros magistrados, como quienes se agrupan en la asociación Jueces por la Democracia, insisten en que debería ser derogada de inmediato.

Retrocedamos un poco más para examinar por qué existe la Ley Mordaza en España, tampoco es casualidad. El anteproyecto de ley fue presentado por el gobierno de M. Rajoy en noviembre de 2013, es decir, bajo un acusado clima de malestar social por culpa de los recortes y de la corrupción. El gobierno preveía fuertes movilizaciones en su contra, qué mejor manera de reprimir las protestas que una buena Ley Mordaza. Al año siguiente, en parte gracias al surgimiento de Podemos y las expectativas de cambio a través de las urnas que suscitó, esas fuertes movilizaciones no fueron tales, pero la Ley Mordaza sigue ahí. Vale para todo: contra Cataluña y contra España, contra artistas y contra usuarios anónimos de las redes sociales, para que el terrorismo siga estando en la agenda aunque no haya terroristas, para que la ofensa a los sentimientos religiosos sea más importante que la ofensa al sentido común y a la libertad de expresión. Por desgracia, el Partido Popular nunca culminó su famoso viaje al centro, y su pulsión reaccionaria puede llegar muy lejos y muy atrás, hasta la larga noche de la dictadura. Cuidado.

Por Agusín L de la Cruz

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